TRES COLORES
Es
motivo de rabia la impunidad que parece imposible de erradicar en Ciudad Juárez
sobre el destino más que injusto para tantas mujeres a lo largo de los años.
Pero también es motivo de compasión y lástima por aquellos que año tras año, e
incluso generación tras generación, no son capaces de ver el norte que debería
guiarles por el mundo real, el mundo de ahora, el mundo de la igualdad de
derechos sin importar el sexo de cada individuo, en especial el derecho a la
vida.
Muchas
veces uno pierde la fe en la bondad innata de las personas cuando existen
lugares donde hay tantos que se han sumido en la oscuridad y que se niegan a
ver la luz y caminar hacia ella.
Es
triste que haya tantos que no sean conscientes de que la mujer tiene en sus
manos tres colores que complementan y rematan el lienzo del mundo, y son
precisamente sus manos las que pueden dar esas pinceladas para culminarlo y
hacerlo digno de ser enmarcado, aunque muchos hombres infravaloren el arte de
la vida.
Con
sus trazos del índigo que aportan la inteligencia infinita que son capaces de
desplegar, del granate que caracteriza la fuerza latente en la figura femenina,
y de ese verde esperanzador que es el aporte humano que hace que crezca y
expanda por la tierra parda para que así el ciclo no se detenga, al ritmo del
eterno reloj del tiempo que nos acompaña.
Este
mundo nos pertenece a todos sin excepción, y es nuestra obligación vivirlo,
disfrutarlo y mantenerlo con las mismas posibilidades casi ilimitadas que nos
da la vida. Todos asimos los mismos remos de este barco, y el hombre que piense
que las manos de una mujer no pueden hacerlo igual que ellos pierde su propia
humanidad, y él mismo destroza su alma pasándola por la quilla.
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